Ya compenetrados con lo que íbamos a presenciar, se dio inicio a la música con el estreno nacional de la obra para flauta y orquesta del joven compositor costarricense Pablo Chin, la cual lleva por titulo: “En Forma de Concha”. Según las palabras previas del propio compositor antes del concierto, la obra es en si una “caricatura” de lo que podría ser un concierto para flauta y orquesta. En ella vemos que la actividad de la flauta es exacerbada, incesante, mientras la orquesta cumple un papel como de envoltorio, ejecutando notas tenidas, largas, de ahí quizás el nombre de la pieza. El lenguaje es moderno, con técnicas extendidas en los instrumentos, y debido a que el autor en sus últimos trabajos ha presentado un lenguaje inspirado en la música para cine, pudimos percibir una atmósfera de suspenso en la obra, una sensación de no poder detenerse, sino hasta el fin de la misma, corolario traído por un redoble in crescendo hasta el fortísimo por parte de los timpani.
La segunda obra del programa fue el Concierto para Clarinete y Orquesta del compositor costarricense Carlos Escalante, obra rica en ritmos latinoamericanos, tales como el tango, la milonga, el danzón, los cuales articulan armonías que – debido además a la inclusión del piano como parte orquestal – nos acercan a la música de salón, del teatro, pero dentro de un contexto de música académica. Las partes solistas del clarinete son presentadas desde un inicio y en ocasiones, sin acompañamiento orquestal, proporcionándoles un aire de cadenzas. Interesante además la escritura solista para el concertino (Erasmo Solerti) y el violonchelo (Cristian Guandique), bellas líneas melódicas que se entretejen en dialogo con aquellas del clarinete, impecablemente ejecutadas por Ana Catalina Ramírez Castrillo.
La segunda parte del concierto nos trajo una obra que no hubiéramos podido imaginar como parte del programa…una nueva y agradable sorpresa!: La opera en un acto titulada “Problema en Tahití”, del compositor norteamericano Leonard Bernstein. Fue increíble el ver y oír al pequeño coro solista, integrado por la soprano salvadoreña Elena Zelaya y los cantantes costarricenses Andrés Rodríguez (tenor) y Esteban Montanaro (barítono), interpretar cual trio vocal de los anos 50’s del siglo XX, melodías propias de las canciones y espectáculos de aquella época, participación que se insertaba entre los diálogos de los personajes principales: Sam (interpretado por el barítono norteamericano Sean O’Malley) y Dinah (interpretado por Alexandra Hollerman, soprano norteamericana). El acompañamiento musical orquestal es reducido a lo indispensable, pero enriquecido con la presencia de una sección rítmica típica del jazz, es decir: batería, contrabajo y piano. Las interpretaciones de los personajes y el pequeño coro fue estupenda en cuanto a dar vida a los roles que les toco encarnar, esto, teniendo en cuenta que debido a las características del concierto, no existía escenografía ni la utilería propia de la puesta en escena de una opera. Por ejemplo, pudimos realmente “ver” el teléfono que Sam tomó en sus manos o imaginar los diversos ambientes en los que se desarrollaban los acontecimientos, así como “vivir” al mejor estilo teatral las peculiares situaciones de conflicto que se daban entre los personajes, cuyo carisma personal valió para que el publico brindara un extenso y sincero aplauso, el cual motivó que los interpretes salieran a recibirlos al escenario hasta en tres ocasiones. Habíamos quedado una vez mas, más que satisfechos por la elevada calidad de las obras e interpretaciones. Enhorabuena OSH!…..Los seguimos de cerca!
Escrito por Víctor Salazar Medina
Este contenido se reproduce con fines divulgativos y representa exclusivamente la opinión de su autor.